воскресенье, 25 мая 2014 г.

La mujer en la dictadura Franquista

                                    LA MUJ ER EN LA DICTADURA FRANQUISTA.

El feminismo, como movimiento en el que se expresan y canalizan aspiraciones a
una participación más activa por parte de las mujeres en las decisiones que atañen a la
organización social, surge durante los años sesenta del siglo XX de un modo similar en
diversos países. Por un lado, entronca con aquel primer feminismo que giró en torno a las
sufragistas y a al reivindicación de los derechos políticos y cuyo impulso quedó sepultado
en parte como una de tantas consecuencias de las dos guerras mundiales. Por otro lado,
forma parte de un movimiento más amplio de protestas protagonizadas por los más
jóvenes, que planteaban la necesidad de ampliar la democracia, volviéndola más inclusiva
y transformando los modos de entender las actividades políticas y las maneras en que se
tomaban las decisiones.


En contraste con la legislación crecientemente igualitarista de los tiempos
anteriores a la guerra civil, el r égimen encabezado por Franco desarrolló una
legislación que excluía a las mujeres de numerosas actividades, en el intento de
mantenerlas en roles muy tradicionales, que poco tenían que ver con las tendencias que se
estaban manifestando en Europa 1 . Si el conjunto de la población carecía de los derechos
individuales y políticos propios de las democracias, las mujeres estaban mucho más
relegadas aún. A partir de 1 de enero de 1939 se obligó a dar de alta a las mujeres y a los
hombres por separado.
La igualdad ante la ley es una de las primeras exigencias de una sociedad
democrática y sería, por lo tanto, una de las primeras cuestiones en torno a las cuales
comenzarían a movilizarse las mujeres: primero serían los derechos civiles, tales como la
derogación de la licencia marital, la supresión de todos los artículos en las leyes que
tuvieran un carácter de subordinación de las mujeres respecto a los hombres, la patria
potestad conjunta, la mayoría de edad a los veintiún años a todos los efectos, la libertad
religiosa en los centros públicos y privados. A ellos se sumarían los derechos políticos: a
crear asociaciones, a poder reunirse, expresarse libremente y ejercer la huelga, en el
contexto de los reclamos de democratización del conjunto de la oposición al régimen
autoritario. También se reclamarían los derechos en el ámbito laboral y educativo. Y,
progresivamente, se añadiría el derecho a una sexualidad libre, al control de la natalidad y
al aborto, la ley de matrimonio civil y la ley de divorcio.





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